Tras ‘El origen del planeta de los simios’, la historia nos sitúa diez años después en esta secuela. La población mundial se ha reducido drásticamente a causa de una gripe, denominada ‘gripe de los simios’, dado que esta tiene su origen en los experimentos que los laboratorios llevaron a cabo en estos animales. Ahora pequeños núcleos de población intentan sobrevivir a la devastación de la enfermedad, mientras los simios parecen estar más organizados que nunca de la mano de César.
El contacto entre ambos mundos parece inevitable, así como la posibilidad de que humanos y simios lleguen a enfrentarse. La película nos presenta por tanto una parábola sobre el racismo, donde ambas razas parecen condenadas a enfrentarse en un mundo totalmente devastado.
El peso argumental de la película recae sobre el simio César, el líder de un asentamiento perfectamente organizado de simios que viven en un bosque cercano a lo que un día fue la ciudad de San Francisco. El resto del protagonismo se lo reparte el grupo de humanos que, al igual que César, desean evitar el enfrentamiento entre ambas especies. Un grupo formado por Malcolm, su novia Ellie y su hijo Malcolm Alexander.
La película presenta a una raza humana víctima de sus pecados, a la que su maltrato a la naturaleza y a los animales han terminado por pasarle factura. Pero César, que también conoce la bondad de los humanos, intentará trabajar para el entendimiento entre ambas especies. En su objetivo tendrá un gran obstáculo, la maldad presenten tanto en algunos humanos como en algunos simios.
Independientemente del hilo argumental, la película presenta una fotografía y unos efectos especiales dignos de mención. La propuesta audiovisual de esta cinta es impresionante, logrando que el espectador en ningún momento note que está ante personajes de animación.
En cuanto a los actores vuelve a destacar el trabajo de Andy Serkis como César. El actor se ha convertido en todo un especialista en este tipo de papeles, algo que se nota considerablemente en sus personajes.