Comprar comida para perro puede convertirse en todo un quebradero de cabeza si únicamente nos fijamos en los precios. Por lo general, nuestros amigos los canes están acostumbrados al pienso para perros conocido como “seco”. Este tipo de pienso tiene muy buenas propiedades que cuidan el metabolismo del animal manteniendo los niveles adecuados de sales y azúcares. Por otro lado, encontramos latas de comida para perro o lo que se conocen comúnmente como comida húmeda para perros. Este tipo de alimento suele tener más grasas y aceites, lo que no quiere decir que sea malo sino que debe controlarse mucho más la cantidad que se le da al perro.
Como decíamos anteriormente, a la hora de comprar comida para perro no debemos mirar solo el factor económico sino las propiedades de cada tipo de pienso, a qué tipo de perro va dirigido y sobre todo, si es el indicado para nuestra mascota. Por ejemplo, el tipo de comida que come un perro de 2 años no es la misma que debe comer un perro de 7 años. Mientras el perro más joven necesita comida más calorífica que le aporte la energía acorde a su desgaste físico, el perro más mayor necesita el alimento que le aporte más nutrientes de cara al envejecimiento neuronal.
Evidentemente el factor económico es algo a tener en cuenta en los tiempos que corren pero no el único. En cualquier caso, si queremos ahorrarnos algo de dinero en la compra, se suele recomendar comprar sacos de varios kilos. Para ello, se hace necesario el hecho de conocer la marca en concreto y haber probado con anterioridad este producto para asegurarnos de que nuestro pequeño amigo estará contento con nuestra elección.
Además de comprar pienso o latas de comida húmeda, en ocasiones se les suele dar alimentos propios de la dieta humana. Esto puede ser bueno de vez en cuando ya que así se consigue que su organismo esté preparado en caso de que coman algo que se encuentren por la calle. Evidentemente, si se le desea dar algún alimento fuera de lo común, debe ser en pequeñas cantidades. Se desaconseja terminantemente darles productos lácteos, chocolate, comida picante o muy condimentada ya que el estómago de los canes es más delicado que el de las personas y no está preparado para digerir ciertas sustancias.